Antecedentes
La alimentación y actividad física son factores importantes para mantener la salud. Cuando se ingieren alimentos para alimentarse más no para nutrirse el organismo se deteriora y pueden presentarse enfermedades como desnutrición, sobrepeso, obesidad, diabetes, presión alta, osteoporosis, infartos, embolia, algunos tipos de cáncer o incluso trastornos neurológicos. Debido a esto la de suma importancia tener buenos hábitos alimenticios para mantenerse sano y activo.
En la población de adulto mayor debido a cambios físicos y biológicos puede tener deficiencia de sustancias nutritivas como calcio, ácido fólico, hierro y tiamina por mencionar algunas deficiencias, los factores de dichas deficiencias pueden ser diversos como una inadecuada alimentación, enfermedades, o cambios propios del envejecimiento, por lo que se debe asegurar el consumo de alimentos que nutran al organismo.
En la mayoría de los países, la población de mayores de 60 años se está incrementando más rápido que cualquier otro grupo
Lo anterior generado por el aumento en la esperanza de vida y el decremento de la tasa de fecundidad, así como los avances en la medicina, lo cual impone un reto para la sociedad y los sistemas de salud, debido a que en esta etapa de vida se presentan enfermedades crónicas, causadas por el deterioro funcional y por las interacciones propias de los malestares.
Los factores fisiológicos, psicológicos y sociales asociados al envejecimiento afectan la ingesta de alimentos, aspecto vital en la salud nutricional del adulto mayor, lo que aumenta la exposición a padecer desnutrición u obesidad.
Por
tal razón, la nutrición es vista como el factor que más influye en la salud en
los adultos mayores, la cual debe de ser un aspecto vital teniendo como base la
modificación de hábitos y conductas al incorporar actividad física regular,
disminución del consumo de alcohol o tabaco y la adopción de un plan de
alimentación adaptado a las necesidades propias del envejecimiento.
Algunos
cambios fisiológicos propios del envejecimiento hacen que el metabolismo de los
alimentos cambie y que sea necesario un aporte adecuado para mantener un
equilibrio nutricional.
El
disfrute de los alimentos se ve afectado por la disminución en el sentido del
olfato y el gusto, lo que reduce el deseo de comer. Los hábitos alimentarios
pueden cambiar debido a la dificultad para masticar a causa de la pérdida de
piezas dentales o el mal estado de las mismas, por lo que se eligen alimentos
fáciles de masticar y se resta importancia al valor nutricional.
Bases Teóricas
El equilibrio entre una buena alimentación y una adecuada capacidad funcional es frágil y, cuando se altera, la desnutrición puede provocar discapacidad o el síndrome geriátrico que se conoce por “fragilidad”. La fragilidad es un trastorno que reduce la autonomía de los ancianos y dificulta su resistencia a las agresiones del medio ambiente o a las lesiones o enfermedades agudas.
Dentro las alteraciones fisiológicas que tiene el adulto mayor debido a sus hábitos alimenticios podemos encontrar la pérdida del equilibrio de nitrógeno, propiciado por una ingesta reducida de alimentos, provoca la aparición o progresión de la pérdida de tejido muscular asociada con el envejecimiento, proceso conocido por sarcopenia, este es un elemento clave de la fragilidad y está claramente asociado con la pérdida de la fuerza y de la autonomía.
Adicional a los factores fisiológicos que serían parte del aspecto biológico existen otros no menos importantes que deben ser tomados en cuenta y forma parte de las condiciones del estilo de vida del adulto mayor y son: Factores culturales, prácticas alimentarias no saludables transmitidas de generación en generación; factores psicosociales, pérdida de motivación para cocinar, fluctuaciones en el estado de ánimo influenciado por eventos de la vida, como: Duelo, cambio en la habilidad cognitiva y la memoria, baja autoestima y falta de confianza en la preparación de alimentos, pobreza o recursos limitados, incapacidad para ir de compras y preparar su comida, reducido contacto social, soledad, abandono, demencia, necesidad de asistencia en el cuidado y depresión. La combinación de todos incrementa la vulnerabilidad en los adultos mayores frente a la nutrición.
Estos factores interactúan con los que determinan la cantidad y calidad de los alimentos que se compran, su preparación y su consumo. El desequilibrio en uno o varios de esos factores puede llevar al adulto mayor a padecer desnutrición. Si bien la desnutrición no es un trastorno inherente del proceso de envejecimiento, cuando las condiciones de salud o ambientales son inapropiadas, el adulto mayor llega rápidamente a un estado de desnutrición que es difícil de revertir
Una dieta incorrecta favorece el inicio de enfermedades crónicas no trasmisibles, entre las que destaca la desnutrición con su consecuente deterioro de la calidad de vida.
En
consecuencia, con lo expuesto anteriormente es evidente que la evaluación del
estado nutricional en el adulto mayor no debe ser focalizada solo en la o las
enfermedades crónicas que padece, por el contrario, un sinnúmero de factores de
tipo físico, psicológico, conductual y económico contribuyen tanto de forma
positiva como negativa en los hábitos alimentarios.
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